Empiezan a identificarse con sus ídolos y esto se traduce en imitación de formas de vestir (modas) colección de fotos y pósters, escucha intensa y repetida de sus canciones favoritas... En su tiempo libre escriben diarios, hacen deporte, leen y ven la televisión. Pueden pasarse mucho tiempo jugando a videojuegos o sobre todo, estar juntos con su grupo de iguales y todos con el móvil.
Para favorecer hábitos de ocio saludables y enriquecedores, pueden incorporarse a los servicios de juventud de la zona, donde disponen de asociaciones dedicadas al deporte, las salidas a la naturaleza y las actividades culturales.
El baile y las actividades nocturnas en parques y otras zonas de esparcimiento, empiezan a llamarles la atención y constituye una manera de acercarse a las personas que les atraen. Las discotecas pronto empiezan a convertirse en lugares deseados. Es importante que asistan en el horario adecuado para su edad y que no se conviertan en el único lugar de encuentro. Más adelante allí encontrarán alcohol, tabaco y probablemente otras sustancias, así que es importante hablar claramente con ellos pero sin exagerar, pues pronto conocerán el ejemplo de muchas personas y podrán echar abajo nuestras generalizaciones. Una postura clara pero honesta suele ser la más recomendable frente a los riesgos del consumo de drogas. Para acompañarla de ejemplos positivos, deberemos mostrar moderación si se consume tabaco o bebidas alcohólicas en el entorno familiar.
Durante la adolescencia surge el interés por cuestiones sociales y políticas. Los adolescentes suelen respetar a las minorías y mostrarse tolerantes. Como consecuencia de estos cambios en la propia moralidad y los compromisos que se van adquiriendo de cara la formación de la identidad, la adolescencia trae consigo el aumento de dos tipos aparentemente contradictorios de consultas: las prosociales y las antisociales. Aumenta la actividad delictiva y sin embargo también se implican en actividades de ayuda, sobre todo en aquellas que les hacen sentirse capaces y útiles.