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A Fondo: Formación y desarrollo profesional permanente
03/06/2016 | COMUNICACIÓN
La autoridad profesional del psicólogo se fundamenta en su capacitación y cualificación para las tareas que desempeña. El psicólogo ha de estar profesionalmente preparado y especializado en la utilización de métodos, instrumentos, técnicas y procedimientos que adopte en su trabajo. Forma parte de su trabajo el esfuerzo continuado de actualización de su competencia profesional. Debe reconocer los límites de su competencia y las limitaciones de sus técnicas
(Artículo 17º de Código Deontológico del Psicólogo)
En materia de formación y actuación competencial, los psicólogos adquirimos un compromiso irrenunciable con el aprendizaje a lo largo de nuestra vida y carrera profesional.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), en su Estrategia para la Educación 2014-2021[1], alerta sobre los necesarios cambios que se han de producir: «El concepto de aprendizaje a lo largo de toda la vida requiere un cambio de modelo que nos aleje de las ideas de enseñanza y capacitación y nos aproxime a las de aprendizaje […]».
Formarse a lo largo de la vida, dentro y fuera del sistema educativo, con el fin de adquirir, actualizar, completar y ampliar capacidades, conocimientos, habilidades, aptitudes y competencias para el desarrollo profesional, debería ser un proceso estratégicamente planificado, teniendo en consideración la diversidad de fuentes, espacios, herramientas y estrategias que permitan el aprendizaje.
Los cambios que se producen en nuestro entorno, el aumento de la presencia del psicólogo en la sociedad y, en consecuencia, la mayor visibilidad de nuestra profesión, el reconocimiento del papel del psicólogo en las diferentes esferas de trabajo con individuos, grupos, organizaciones, etc., exigen un esfuerzo de adaptación individual para la construcción y el diseño del propio Plan de Desarrollo Profesional propio que permita, partiendo de la base de conocimientos del psicólogo, construir un proceso de cualificación y tecnificación permanente.
Así, los procesos de formación de profesionales se deben orientar de forma clara y expresa a la aplicación práctica de los conocimientos y destrezas, propiciando contextos de aprendizaje significativo, diseñados por y para profesionales de la práctica psicológica, con referentes que guíen y enriquezcan la interacción didáctica y fomenten el aprendizaje entre pares a los que se reconoce esta cualidad.
El desarrollo tecnológico producido en los últimos años es una oportunidad para el aprendizaje permanente. La aplicación de las tecnologías de la información y la comunicación (el amplio universo que conforma el concepto) a procesos de aprendizaje y desarrollo profesional permanente supone una oportunidad, al permitir aprovechar su potencial comunicativo, informativo, colaborativo, interactivo, creativo e innovador en el marco de una nueva cultura del aprendizaje.
Lo que es interesante no es la tecnología, sino el uso que se hace de ella. Los sistemas (tecnológicos) diseñados por entidades comprometidas con el aprendizaje de sus miembros (como en el caso del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid con sus colegiados) ofrecen la posibilidad de convertir a los profesionales en los protagonistas de la gestión del conocimiento, ya que la información que se albergue en este sistema (plataforma) será retroalimentada de forma constante e irá creciendo con la contribución de los profesionales implicados y con el intercambio.
Al tratarse de propuestas para el desarrollo profesional dirigidas a los mismos perfiles profesionales, el intercambio y colaboración entre pares que se promueve en el sistema se complementan con la definición de otras actuaciones para el intercambio, la mejora permanente, la definición de ámbitos de innovación y espacios para la colaboración fomentados desde las diversas estrategias de aprendizaje (acciones formativas, acceso a información relevante de interés, foros de reflexión y debate, transferencia de mejores prácticas, proyectos de cooperación interinstitucional…).
Compartir el conocimiento permite que se desarrolle y se multiplique el capital intelectual de la profesión, lo que, a su vez, favorecerá la excelencia profesional, la mejora en el desempeño, la capacidad de innovar y la calidad del servicio prestado.
Los profesionales más eficientes serán aquellos que saben, aquellos que saben usar lo que saben y aquellos que de forma rápida pueden encontrar y aprender algo nuevo para aplicarlo en su trabajo especializado, contribuyendo de este modo a la mejora de su desempeño en pro de la calidad de los servicios psicológicos.
Y en este sentido, una vez más, nuestro código de conducta profesional nos indica la obligación de contribuir al progreso de la ciencia y de la profesión psicológica, no solamente investigando en nuestra disciplina, sino también «comunicando su saber a estudiantes y otros profesionales según los usos científicos y/o a través de la docencia» (artículo 33º de Código Deontológico del Psicólogo). A la obligación de aprender se une la de enseñar.
Un modelo de aprendizaje profesional para psicólogos, en el siglo XXI, no puede obviar la incidencia directa e indirecta en la sociedad. Es por esto que se hace necesario plantear un proceso holístico, donde la evaluación de los aprendizajes y el desarrollo de nuestra profesión hablen a través de resultados directos, con impactos reales en los entornos de trabajo y con una transferencia de saberes y procedimientos a nuestros servicios e instituciones.
Este es el reto.
Mª Jesús Gallego Ortiz (psicóloga colegiada M-11441)
CIUDADANÍA
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