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A Fondo. De una Psicología Post a una Psicología Pre

03/10/2018 | COMUNICACIÓN


Tras una catástrofe, un conflicto, una guerra o cualquier otro avatar de enorme impacto surge la labor consoladora de la psicología. Siendo fundamental esta labor asistencial post de la psicología creo que debemos dar una visión pre (preventiva) de la psicología. Se trataría de dar fuerzas a las personas, en dotarles de poder para superar la adversidad. Creo que una psicología pre es un salto cualitativo en el valor de la profesión psicología. Ahora que se habla de implementar asignaturas de valores cívicos en sustitución de la asignatura de religión. Yo creo que más que enseñar solo valores había que incidir en el desarrollo de habilidades psicológicas. Dotar de recursos a las personas es una apuesta preventiva frente a una catástrofe. A modo de ejemplo: propongo cinco recursos psicológicos básicos para incorporar en nuestro ADN compartamental. Tener recursos en estos analiticos, nos permitirá afrontar mejor las situaciones traumáticas.

Estos recursos psicológicos serian:

  • Afrontamiento de la muerte
  • Resilencia: gestión de la adversidad
  • Consuelo colaborativo en grupo
  • Apoyo solidario como desarrollo personal
  • Capacidad de narrar las emociones para sanarlas

Los que somos de pueblo hemos aprendido estos recursos en un entorno donde la muerte imprevista era natural, donde el tiempo hundía tu cosecha en cuestión de momentos, donde se compartía la matanza, donde había que hacer obras comunales para el bien de los más desfavorecidos y donde todo el mundo contaba las desgracias a los vecinos para saberla interpretarla adecuadamente. En entornos más tecnológicos y urbanitas se ha perdido estos recursos. Hablar de la muerte está mal visto, las desgracias se ocultan, no se pide apoyo a nadie y se salvan la conciencia dando dinero a una ONG y se renuncia las emociones individualmente ¿Y cuando ocurre una desgracia, estamos preparados? Pues va a ser que no y nos acordamos de la psicología más bien reactiva para asumir la realidad y no tener un previo arsenal propio de recursos psicológicos. Mi experiencia como psicólogo en intervenciones sociales posteriores a una catástrofe es que nos encontramos con personas inhábiles a la hora de afrontar la desgracia. Estos recursos se deberían trabajar en una edad temprana para evitar que las catástrofes que distribuye, la divinidad más poderosa que conocemos que es el azar, por lo menos es la única que se da a conocer cada día. A modo de conductas a desarrollar para dominar estos recursos, enumero mis criterios formativos:

1. Afrontar la muerte. Hay personas que vive muy pronto y cercanamente unas experiencias de muerte, pero otras que no tienen esta ocasión. La visión de la muerte como proceso natural nos sirve para explicar su lógica ilógica o su ilógica lógica. Más allá de planteamientos religiosos que transmiten serenidad y consuelo personal, hay que debatir y tratar de interiorizar una serie de conductas frente al duelo de una muerte. Vivir con la muerte es morir sabiendo vivir. Evitar hablar de la muerte, intentar explicar lógicamente lo ilógico del azar conlleva a no tener unos recursos psicológicos sanos. frente a la muerte. Asumir su inevitabilidad, imprevisibilidad e inexplicabilidad (las 3 i del concepto de muerte que suelo explicar a los adolescentes). Hablar, debatir y dar ejemplo de situaciones de muertes es prevenir conductas ilógicas en catástrofes, donde todavía hay gente que se pregunta lo absurdo del azar eligiendo momentos de muerte. Lo peor es ocultar este pensamiento debajo de un mal entendido hedonismo. El verdadero hedonista es muy consciente de la muerte, y como decía un tío palentino en una bodega “Tira de la bota de vino que a lo mejor mañana estoy debajo tierra”.

2. Resilencia: gestión de la adversidad. En el mundo de la agricultura puedes haber hecho todas las labores que propicien una buena cosecha y una atravesada tormenta te hunde toda la cosecha. ¿Qué piensas al día siguiente? En la siguiente cosecha. Aceptar la adversidad como una variable del entorno y natural que nos lleva a convencernos que pueda afectar en un preciso momento. La mala suerte nos puede ocurrir pero también la buena suerte, y si se busca es más proclive a que la encontremos. Lo adverso es natural pero también es posible creer en que podamos cambiar el signo preestablecido. Aceptar la adversidad como principio de tu actividad es una forma que habitualmente identificamos con el éxito. Sin fracasos fuertes no hay éxitos posteriores. Tener resiliencia es tener capacidad de encajar, de encarar la adversidad con la fuerza del que va a saber que más tarde que temprano va a levantarse para superarla. Y si no se supera, que al menos nos pille en el intento y que nunca te pueda quitar el esfuerzo como contribución personal.

3. Consuelo colaborativo en grupo. En los entornos de la ciudad que vivimos la soledad es una constante y el consuelo no se socializa. Si piensas que las penas hay que vivirlas en soledad, cuando es el grupo el que te hace menos vulnerable. Las redes sociales como sustitutivo del grupo de referencia cercano mitiga esta soledad pero carecemos de presencias consoladoras. Y la falta de hábito de buscar los abrazos cómplices de tu vecino, de la celebración de eventos conmemorativos que “liturgien” el dolor hace que tengamos una alta dosis de elaboración personal de nuestras desgracias. El grupo de referencia (la tribu) sirve como almohadilla para hacer más llevadero un proceso de duelo y pérdida. Ser colaborativo implica compensar tus fantasmas con el consuelo de que todos hemos pasado por las mismas circunstancias alguna vez, y si la catástrofe es inmensa, que siempre tenemos a los demás para apoyarte para que sea menor el dolor.

4. Apoyo solidario. Pero al estar en una comunidad también tú debes consolar a otras personas y este apoyo solidario implica una preparación en tu desarrollo personal. Tan importante es el consuelo recibido que la interiorización del consuelo que tienes que dar. Estar en un proceso de control social donde se entremezclan acciones de dar y recibir consuelo es un gran recurso psicológico. Se habla inadecuadamente que el altruismo es una conducta que solo da a los demás, y en psicología sabemos que en todo altruismo recibe mucho la persona que lo hace. Egoístamente, aquel que da porque quiere dar sin recibir, ya está recibiendo el prestigio de dar sin recibir. El apoyo solidario es necesario no solo por el bien social de una comunidad sino como desarrollo personal para tener recursos para superar la adversidad. Cuantas conductas solidarias llenan multitud de egos de personas en las comunidades.

5. Capacidad de narrar las emociones. En entornos de aislamiento tendemos a no utilizar los recursos de contar las desgracias a los demás. Este minihábito es fundamental para generar un gran consuelo y muchas veces nos centramos en la compasión personal o autocompasión, cuando necesitamos contar nuestras emociones para restablecer nuestro equilibrio en el autoconcepto que tenemos de cómo vivimos nuestras emociones. Se ha perdido la forma de contar las desgracias, el proceso de hacer pasar las desgracias según hagamos participes al grupo de referencia de nuestras desgracias. Y así poder compensar tu discurso interno con las aristas de tu percepción particular y tu raciocinio singular, con las percepciones diferentes y el apoyo solidario de otras personas que piensan diferente pero que quieren lo mejor para ti.

Estos recursos psicológicos se han ido perdiendo con la evolución en la forma de vivir y tenemos que entrenarlos para tener mayores herramientas para enfrentarnos a las desgracias. Evitar de hablar de desgracias no hace menor la desgracia, sino que te hace estar más indefenso cuando ocurra.

La formación en recursos psicológicos como en valores cívicos son dos ámbitos de desarrollo personal que se adecuan a las necesidades de los futuros ciudadanos. Sin duda en un futuro habrá catástrofe, atentados, guerras, etc…. Y no tendremos soluciones religiosas en una sociedad donde la razón, la ciencia, el humano y el progreso están moldeándola. Como decía Steven Pinker gran psicólogo americano en su último libro “En defensa de la ilustración”, cada vez haya más vidas, salud, prosperidad y felicidad, pero esto es un regalo de la ilustración al introducir la convención de que la razón y la ciencia pueden mejorar el florecimiento humano.

Desde aquí apelo a que Psicólogos profesionales formen a los jóvenes en recursos psicológicos si queremos que la labor de la psicología reparadora post catástrofe sea útil pero no tan necesaria como acontece en el momento actual. O como dicen en mi pueblo, una muerte hay que saberla llorar en su momento, para no llorarla durante toda la vida.

Francisco Javier Cantera Herrero

Colegiado M-03858

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